El Bautismo de Jesús
En primer lugar leeremos en el evangelio de (Mt. 3, 13-17) lo que nos dice sobre el Bautismo de Jesus.
El encuentro con Juan Bautista
fue para Jesús una experiencia que dio un giro a su vida. Después del bautismo
del Jordán, Jesús no vuelve ya a su trabajo de Nazaret; tampoco se adhiere al
movimiento del Bautista. Su vida se centra ahora en un único objetivo: gritar a
todos la Buena Noticia de un Dios que
quiere salvar al ser humano.
Pero lo que transforma la
trayectoria de Jesús no son las palabras que escucha de labios del Bautista ni
el rito purificador del bautismo. Jesús vive algo mas profundo. Se siente
inundado por el Espíritu del Padre. Se reconoce a si mismo como Hijo de Dios.
Su vida consistirá en adelante en irradiar y contagiar ese amor insondable de
un Dios Padre.
Jesús se siente enviado no a
condenar, destruir o maldecir, sino a
curar, construir y bendecir. El Espíritu de Dios lo conduce a potenciar y
mejorar la vida. Lleno de ese < Espíritu > bueno de Dios, Se dedica a liberar
a la gente de < espíritus malignos >, que no hacen sino dañar, esclavizar
y deshumanizar.
Podemos decir que la hora del
bautismo ha sido para Jesús el momento privilegiado en el que ha experimentado
su vocación profética: ha sido consciente de vivir poseído por el Espíritu del
Padre, y ha escuchado la llamada a anunciar a sus hijos e hijas un mensaje de
salvación.
En las primeras comunidades
cristianas se habla del Bautismo del
Espíritu introducido por Jesús. Por eso al bautizarse, lo hacían
Para significar su adhesión al
evangelio, su apertura al Espíritu de Jesús y su entrada en la comunidad de creyente.
El bautismo era normalmente la
culminación de todo un proceso de
conversión, y venia a expresar, de manera viva la aceptación consciente y
responsable de la fe cristiana.
La fe no es un capital que
recibimos en el bautismo del que podemos disponer luego tranquilamente. No es
algo adquirido en propiedad para siempre.
La fe es un itinerario
personal que cada uno hemos de recorrer. No hemos de olvidar que la fe es
siempre una experiencia personal que no puede ser remplazado por la obediencia
ciega a lo que nos dicen otros. Desde fuera nos pueden orientar hacia la fe,
pero soy yo mismo quien he de abrirme a
Dios de manera confiada.
¿Creo en Dios o creo en aquellos que me hablan
acerca de el?
¿ En quien creo yo?. ¿ Y tu de
quien eres?.
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